VAYA A QUE LE ECHEN UN CUENTO
- Sara Pineda
- 25 oct 2018
- 2 Min. de lectura
Un plan imperdible en Bogotá es dedicar una tarde a escuchar cuenteros. Entre humor, reflexiones y, claramente, cuentos, puede pasar horas sentado en un anden despejando su mente y abriéndole paso a la cura para muchos problemas. La risa.
En la ciudad hay diversos puntos para este plan, pero yo decidí ir al Chorro de Quevedo, que ya es un plan predilecto entre los universitarios del centro de la ciudad que acompañan las historias y las risas con chicha. La tradicional bebida tiene que ser camuflada entre bolsas de papel o entre las mismas chaquetas para evitar que las autoridades desmonten el improvisado teatro que usan los cuenteros.
Al frente de la Ermita San Miguel, iglesia construida en el chorro a imagen de la Capilla del humilladero, se plantan estos hombres. Cada uno dispone de 45 minutos para echar su cuento y por lo general, 10 minutos antes de terminar la historia, quizás en el punto más álgido de la trama, deciden pasar a cobrar el valor de su trabajo. Que como repiten un montón, "no es una limosna".
Se puede aportar desde dos mil pesos para participar de este teatro improvisado en el que hay escalones para sentarse y tener buena vista de quien hace el monólogo. Yo por mi parte me quedé a escuchar a dos cuenteros. Lucas y Sarkís, como se presentan ante su público que no es escaso y que, quizás por efectos de la chicha, es muy participativo. Sin embargo, hay varios más que se dedican a esto y estaban esperando su turno.
Juegan con el público, añaden a sus historias detalles que puede que sean improvisados, les hablan, los toman como ejemplo. Hacen de las personas que están sentadas escuchando parte del espectáculo y de la terapia. Así, logran cautivar y mantener la atención, además de que uno llega a sentirse o parte de la historia o al menos medio identificado con ella.
El estilo del lenguaje, que puede resultar para algunos vulgar, es un elemento característico en el sentido del humor de estos personajes. Si usted se alarma con facilidad, tal vez este no es su plan adecuado. Sin embargo, si no le ve tanto problema, puede disfrutar de una buena tarde, riéndose y escuchando sabiduría popular de parte de estos señores que trabajan con cuentos. Un día de estos vaya a que le echen uno.
(Las imágenes fueron tomadas de la página de los cuenteros)
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