TOMÁNDOME UN CAFÉ CON GATOS
- Sara Pineda
- 20 sept 2018
- 3 Min. de lectura
Realmente nunca he sido amante de los gatos. Desde que era pequeña he tenido una relación más bien indiferente con su raza, a menos de que se tratara de gatitos bebés porque ¿a quién no le inspiran ternura los cachorritos de cualquier especie?
Sin embargo, con los gatos ya grandes siempre había sido una historia diferente. Hasta hace algunos días cuando decidí probar un restaurante con una idea innovadora relacionada con estos animales. Un café de gatos. ¿A qué suena? Un lugar donde los gatos toman café o, tomándolo literalmente, un café hecho con gatos. Pensándolo bien esa última opción sería demasiado oscura para mí y espero que para ustedes también.
Pero no se trata de ninguna de las anteriores. Un café de gatos o cat-café es un negocio donde los protagonistas no son los seres humanos sino estos felinos. Se trata de crear un espacio donde los humanos puedan ir a pasar un tiempo acariciando o jugando con los gatos. La idea nació en Asia, más específicamente en Taiwán, donde en 1998 se abrió el primer Cat-café. Luego, el tema se extendió a Japón y varias décadas después llegó a Colombia.
Más o menos con esto en mente nace Cálico Cat-Café en 2016, ubicado en Cll 61 # 5-56 Chapinero. Darwin y Dadilde, sus fundadores, pensaron este lugar como un espacio donde además de ofrecer opciones culinarias como brunch, almuerzo, malteadas, postres y galletas, las personas pudieran compartir con gatos que han sido rescatados por animalistas y llegan al local a encontrar alguien que los adopte o simplemente la compañía de amantes de los gatos o, en mi caso específico, de personas que ni siquiera sabían que les gustaban los gatos.
Contrario a lo que me imaginaba antes de llegar al café, los gatos no están por todo el lugar sino que tienen su propio espacio en el segundo piso del local. Se puede estar con ellos por un lapso de máximo treinta minutos y para esto, debe haber un consumo mínimo de diez mil pesos. Nada del otro mundo. La idea de este consumo mínimo es ayudar al mantenimiento de los espacios y de la salud de los gatitos que viven en Cálico.
Después de hojear el menú por varios minutos, me decidí por una Jackie rose de frutos rojos acompañada con un muffin de naranja con chips de chocolate. Las malteadas son un imperdible en este lugar. Absolutamente deliciosas. Los precios de la carta oscilan entre los 6900 pesos que cuestan los muffins y las galletas, hasta los 30.000 en platos más elaborados de brunch y almuerzo. El menú tiene gran variedad de preparaciones, porque además de una experiencia con los animales, los dueños de Cálico esperan ofrecer una experiencia culinaria también.
En el segundo piso ya es otra la historia. Antes de entrar sentí nervios. Nunca había estado en un lugar lleno de gatos y por el día y la hora yo era la única que iba a estar ahí con ellos. A excepción de una cuidadora que fue quién me dio todas las instrucciones antes de ingresar. Hay que desinfectarse las manos y limpiarse los pies para evitar ensuciar el espacio o propagar cualquier virus que venga de afuera. Mientras hacía esto se asomó en la puerta un gatito negro que estaba curioso por mi llegada. Verlo ahí me fue tranquilizando poco a poco. Se veía inofensivo.
Luego de entrar me encontré con una sala donde había alrededor de diez gatitos, la mayoría durmiendo profundamente. El negro que me había recibido se había echado también. Ya había leído en las indicaciones que los gatos duermen casi 16 horas al día y que estaba prohibido despertarlos. Por obvias razones. Hay que recordar que ellos son los huéspedes y yo era una simple visitante. Me dediqué a sacarle fotos a uno que me llamó la atención en particular. Era el más felpudo de todos. Luego me di cuenta que era una ella. Pero bueno. El sonido de la cámara la despertó y me miró con su solo ojo. Me dejó acariciarla un rato y observarla. Me quedé ahí un rato más y me di cuenta que mi concepto con respecto a los gatos había cambiado.
Si eres amante de los gatos, o si no lo eres, Cálico es el lugar perfecto para disfrutar de la compañia de estos animales. Si al final decides que no es para tí, también es un buen lugar para pasar un rato. tardear y comer rico. Definitivamente una experiencia que no te puedes perder.
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