MI EXPERIENCIA COMIENDO EN EL PISO Y EN TOTUMAS
- Sara Pineda
- 25 oct 2018
- 2 Min. de lectura
Entre la popular calle del embudo que conduce al Chorro de Quevedo se encuentra el restaurante la Totuma Corrida. Un pequeño local de puerta azul en el que suele haber fila para entrar. Aún más si la visita es un sábado por la tarde cuando La Candelaria, localidad donde está ubicado, se convierte en el espacio perfecto para turistas y locales que buscan o conocer por primera vez o recorrer de nuevo la ciudad.
La dirección exacta del restaurante es Cra. 2 #12b-90. Se encuentra bien pegado a los cerros orientales de la ciudad y desde ahí se puede ver también los monumentos en sus cimas. Guadalupe y Monserrate que de noche se iluminan de colores y de día se ven inmaculadamente blancos.
Mi visita a la Totuma Corrida se dio un sábado por la tarde, buscando un restaurante diferente y con sabores nuevos. Después de varias propuestas entre mi familia, decidimos ir allá, para probar. Llegamos y después de esperar alrededor de 15 minutos en la puerta logramos entrar, cruzamos la cocina, abierta en la primera planta y luego subimos las escaleras para ocupar una mesa para seis personas con una gran particularidad. No tenía sillas. La mesa se levantaba solo algunos centímetros sobre el piso y alrededor habían cojines para que la sentada en el piso no fuera, para cuerpos desacostumbrados, tan incómoda.
Ya ubicados empezamos a mirar la decoración del lugar, se podría decir que buscaron una temática de cierto modo autóctona, utilizando el elemento principal que define el concepto del restaurante: la totuma. Mezclada también con elementos más artísticos y alternativos como torsos desnudos de mujeres en esculturas de yeso, quizás, pintados de diversos colores y con estampados. Estaba lleno el lugar y con el hambre arreciando pedimos de una vez.
La comida del restaurante es una fusión entre platos japoneses: sushi, maki, temakis y comida colombiana. De entrada pedimos patacones con aguacate, langostinos tempura y ceviche de camarones. Absolutamente deliciosos los tres y presentados de forma muy curiosa dentro de pequeñas totumas sobre unas bases de madera. El plato fuerte fue totutumaco, que por el contrario venía servido en platos de cerámica. Una mezcla de arros salteado con verduras y mariscos. Muy recomendado.
La comida estuvo deliciosa pero ya luego de un tiempo las piernas empiezan a cobrar factura por estar sentados en el piso. De todas formas, el restaurante también posee mesas con sillas tradicionales para quienes prefieren este tipo de acomodación.
La totuma corrida es un lugar imperdible en el centro de la ciudad para quienes buscan una experiencia diferente y una fusión de sabores distintos. Ya sea en el piso o en sillas podrán disfrutar del ambiente del lugar y al salir de allí, si prefieren seguir caminando por la calle del embudo, disfrutar de particulares historias con los cuenteros que están en el chorro de quevedo y de los que quizás hablaremos en una entrada futura.
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