EXTRAÑAMENTE ÚNICO
- Paula Rodriguez
- 26 sept 2018
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 5 oct 2018
Casa de Extraños, un restaurante clandestino que abrió sus puertas con una nueva visión de la comida colombiana y la experiencia de compartir la cena.

El viernes a las 8 p.m dice ubicarse un lugar único, comida única, personas únicas dispuestas a conocerse en un espacio únicoLa entrada me causó una sensación de intriga, me obligó a pensar en la experiencia que me venia por delante. Un edificio con aspecto viejo, abrió sus puertas para recibirme. Un ascensor pequeño y oscuro me preparó para la primera impresión del tan misterioso lugar.
Allí está: La casa de extraños, o más bien parece ser la sala de extraños. Se me acerco Carlos León Galkiewicz Dangond, dueño y creador de ese particular lugar. De estatura media, con una sonrisa indescriptible, un sombrero que le hace juego con su bigote negro y su delantal blanco sujetado por tiras color arequipe. Junto a él está Sajai vestida de negro, su cabello recogido como una bailarina de ballet y una sonrisa atenta con la que me saludó y recibió delicadamente mi cartera.
Era imposible no observar el lugar con detalle, una singularidad de objetos llamaron mi atención: Calaveras, aviones, revistas, bombillas, banderines. Todos en una armoniosa combinación que acompaña a ese ambiente de música suave y elegante,extraño para mi.Una sola mesa rodeada por 12 ¡completos extraños para mi!, bajo una luz como las que ponen en las cenas románticas. Sobre la larga mesa una pequeña tarjeta reafirmó que estaba en el lugar correcto, en esa casa de extraños que tanto imaginaba pero hasta entonces experimentaba.
Un ambiente chévere lleno de amabilidad, una charla y la acogida rápida me hicieron sentir parte de este lugar. Algo así como si el lugar, los invitados, los chefs y yo nos conociéramos de hace tiempo. Podía ver la decoración de la sala, las caras de mis "nuevos amigos" y lo mejor, una vista a las cocinas vivas con el movimiento de los chefs, el olorsito a carne asada y las bebidas decoradas con sandia y hierbabuena.
Tres chefs dirigidos por León (como atrevidamente decido llamarlo). León, el mago de este cuento. El hombre que luego de sus estudios en la escuela de cocina Gato Dumas decidió prestar su apartamento a doce extraños para que disfruten de una peculiar cena. Les da la oportunidad de conocer nuevas personas al rededor de la comida. Esta es la esencia del lugar y la diversión de León todos los viernes en la noche.

"Un menú de cinco pasos", explica el Chef. No pregunté y trate de entender de qué trataba mi cena a medida que pasaban las horas en esa mesa de risas rara y extrañas. El primer plato llegó a la mesa, una presentación impecable y un sabor diferente, incluso agradable. Colombinas de pollo marinadas en guarapo con salsa de champiñones chitake acompañadas con cuadritos de puré de papa en costra de queso paipa y un puré de Zanahoria. Sin cubiertos y una bandeja al centro, un hecho curioso que requirió la explicación del chef: "la idea es compartir, comer con las manos y disfrutar de los sabores colombianos de las 5 regiones que conforman nuestro país".
Este primero era la región Andina. No se imaginan cuánto amo comer con las manos, algo que casi no puedo hacer cuando visito un restaurante. Sin embargo, a pesar de estar rodeada de extraños el compartir la comida fue sencillo y divertido, y ni se diga de mi dicha por no tener protocolo con esos instrumentos metálicos. Sabores Colombianos, y una grata sorpresa de lo qué puede ser la comida típica. Pollo suave y con un sabor amargo/dulce, papas esponjosas y el puré refrescante. Así entendí cada paso del menú, cada momento de Colombia sin que tratase únicamente de bandeja paisa.
La región Pacífica: Giosas de Jaiba en salsa de cocido de pescado con leche de coco acompañados por unas bolitas de aborrajados picantes con salsa de bocadillo. El plato favorito de los invitados. Sabores fuertes, penetrantes y casi imborrables del paladar, y esas bolitas JESUS, un dulce picante que emociona a tu sentido del gusto. Luego de este plato y de una charla cada vez más espontánea llego el tercer paso. Caribe: Mini arepas vallenatas (wepaa) con posta cartagenera (una carne que se derrite en tu boca), dulce con un corte salado de los cuadritos de queso costeño que rodeaban el plato.
Imparable, en serio el menú es así, lleno de sorpresas y dudas. Preguntas sobre este u otro ingrediente, por la preparación que el chef, al lado de sus invitados, explica y cuenta. Una experiencia para compartir, una forma de entender la comida y de dejar de ser extraños gracias a los sabores y emociones que suscitan al introducirlos en tu boca. León parece estar logrando su objetivo, valorar en conjunto lo mejor que nos dio la vida: LA COMIDA.
Buena cantidad, SIN CUBIERTOS, y sabores particulares llenan mis expectativas en cada paso del menú. La Orinoquía representada en un lomo de cerdo al trapo bañado en jugo de naranja y hierbas frescas con papas criolla. Jugoso, acidito. Finalmente lo más esperado de la noche ¡El postre!: Canastas masa Filo con crema de azafrán y fresas bañadas en aguardiente, rodeadas por pequeños merenguitos polvorosos y suaves. La región del Amazonas.
Podría describir cada plato detalladamente pero prefiero que ustedes se atrevan a conocer extraños (personas y sabores) característicos de la casa de León. Pueden contactarlo en sus redes sociales, ahorrar unos meses para cancelar los 85 que cuesta la cena y dejar la pena para vivir una nueva experiencia. Créanme que el profesionalismo junto con la espontaneidad se complementan a la perfección en esta sala de placeres.

COMPARTIR, la palabra que me deja este club gastronómico y una sonrisa que se abraza con la comida y los ingredientes originarios de mi país #ComeColombiano, #AlCarajoLaPena, #ElViernesTodosSeVale.
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